Capítulo 16
El sótano estaba sumido en una oscuridad absoluta. Solo cuando los guardias entraban a revisar, un destello de luz se filtraba por unos segundos.
En esas condiciones, apenas dos días bastaron para que Carmen rozara la locura.
Los pasos de David resonaron en la escalera. Ella, encogida en un rincón, temblaba como una hoja.
—¡Clac!
La puerta se abrió.
Carmen se encontró con los ojos rojos de David y el miedo la sacudió aún más fuerte.
—¿Qué piensas hacerme? —Gritó, al borde del colapso.
David no respondió. Solo salió de la habitación y permitió que los guardias entraran.
Traían un horno industrial. Con solo verlo, Carmen comprendió lo que la esperaba.
La amarraron con cuerdas apretadas en muñecas y tobillos.
Cuando la puerta del horno se cerró, el calor abrasador la envolvió al instante.
—¡Ah!
Su piel ardía como si miles de agujas se le clavaran a la vez. El sudor brotaba y se evaporaba al instante.
Cada fibra de su cuerpo parecía derretirse.
Golpeó con desesperación la puerta, esperando

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