Capítulo 122
—Eres vulgar. —dijo Viviana.
Susana la miró fijamente. A pesar de que su rostro estaba cubierto de sangre, hinchado y en un estado bastante lamentable, Viviana seguía viéndose hermosa y orgullosa. Eso solo avivó la furia de Susana, quien volvió a propinarle una brutal golpiza.
Desde afuera se escuchó la voz aterradora de un hombre: —Está ganando tiempo. Si vas a hacerlo, hazlo ya.
Susana entonces reaccionó.
Se enderezó de inmediato: —¿Estás tratando de ganar tiempo, Viviana? Ja, ja, ja… ¿Esperas que alguien venga a salvarte?
—No sueñes. Esta noche nadie vendrá por ti. Nadie sospechará que estás aquí. Para cuando te encuentren, ya estarás muerta. Te habrás "suicidado". Hasta la carta de despedida ya está lista.
—Ahora mismo te envío al otro mundo.
Retrocedió unos pasos, sacó el encendedor y volvió a encenderlo.
Disfrutó de forma demoníaca contemplando la desesperación y el miedo en el rostro de Viviana, y lanzó el encendedor hacia arriba.
En el mismo instante en que la llama se encendió

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