Capítulo 126
¡Qué bien!
¡Por fin Cipriano podía casarse con ella con toda legitimidad!
Susana ansiosa se bajó de la cama, se quitó la sonda y quiso irse, pero como había tomado una serie de medicamentos que podían provocarle convulsiones, su cuerpo aún estaba débil, y en cuanto se levantó, se desplomó en el suelo.
Los que estaban afuera oyeron el ruido y corrieron apresurados hacia la habitación.
Yago asustado levantó a Susana del suelo y la devolvió a la cama, sintiéndose impotente y frustrado: —¡¿Podrías parar un momento?!
—Yago, ¿es cierto lo que dijiste? ¿Cipriano se divorció? —Susana lo agarró desesperada del brazo, con los ojos relucientes.
—Aunque Cipriano se haya divorciado, no se va a casar contigo. Ríndete.
—¡No! ¡Él es mío! ¡Tiene que ser mío!
—Susana, deja ya de comportarte como una loca. Si Cipriano hubiera querido casarse contigo, lo habría hecho la vez pasada. Pero no quiso hacerlo. Y esta vez, después de todo lo que le hiciste a Viviana... —Yago inhaló profundo para no explotar: —¿D

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