Capítulo 127
Ella se acercó silenciosa a la cama grande y se detuvo justo a un metro de distancia. Con evidente preocupación, le dijo: —Jefe David, ¿cómo está su herida?
Usó el trato de "usted", demostrando así respeto hacia el hombre que le había salvado la vida.
Pero tras formular la pregunta, el salvador David ni siquiera la miró.
Viviana quedó en una situación bastante incómoda.
No le quedaba más que esperar en silencio a que David hablara.
David estaba concentrado leyendo, con la mirada baja; desde que ella tocó la puerta hasta que se paró junto a la cama, él no había alzado los ojos ni una sola vez.
Pasó aproximadamente un minuto.
Sus dedos largos, delgados y pálidos pasaron con lentitud la página. El gesto, pausado y elegante, resultaba ser agradable a la vista: —Secretaria Viviana, ¿no cree que su preocupación llegó demasiado tarde?
Por fin habló, con una voz fría y distante que flotó enseguida en la habitación silenciosa.
El rostro de Viviana, ya congelado por una sonrisa forzada, se tensó

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