Capítulo 239
Cipriano, con una rápida reacción, tapó la boca de Dolores.
La arrastró detrás de un árbol.
A lo lejos, los gritos desgarradores de Susana eclipsaron por completo los chillidos de Dolores, y la atención de Viviana y los demás estaba totalmente centrada allí, sin notar a la pareja detrás del árbol.
Tampoco se percataron de la persona detrás de la cabaña.
—¡Ayuda! ¡Socorro!
No fue sino hasta que la navaja se clavó que Susana reaccionó.
Intentó escapar, pero su muñeca fue agarrada con firmeza; en su apuro, evitó los puntos vitales, pero la navaja aún se hundió en su hombro.
El dolor intenso le hizo emitir un grito agudo.
Raquel, al no acertar en el cuello, sacó la navaja y volvió a apuñalarla con ferocidad.
—¡Mamá! ¡Santiago!
Susana gritó aterrorizada, levantando la mano para bloquear la navaja.
Luego, la punta de la navaja atravesó su palma.
—¡Ahhh!
Los gritos aún más desgarradores resonaron por todo el huerto.
La señora Esperanza, al oír los gritos de Susana, lloraba lágrimas de desespe

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