Capítulo 14
Algunos jóvenes de familias influyentes, cercanos a Félix, no pudieron soportar más verlo así. Lo sacaron a la fuerza de la mansión y lo llevaron al club privado más exclusivo del sur de la ciudad.
—¡Félix, reacciona! ¿Vale la pena destrozarte por esa mujer malvada? —En la suite más lujosa del club, el humo espeso flotaba en el aire. Uno de esos jóvenes, amigo íntimo de Félix, le tendió una copa con gesto de reproche y consejo—. ¡Ya está muerta! ¡Y mejor así! ¡Nuria por fin puede descansar en paz!
Félix contemplaba con la mirada perdida el vaivén del líquido ámbar en su copa, como si no hubiera escuchado nada.
Había adelgazado demasiado; su mandíbula se veía más afilada, y en sus ojos oscuros se acumulaban un cansancio irremediable y una locura obsesiva.
En ese instante, la puerta se abrió. Entró un amigo recién llegado del extranjero. Al verlo, se sorprendió, pero enseguida se acercó con preocupación. —¿Félix? ¿Estás bien? Qué coincidencia encontrarte... Justo quería hablar contigo. H

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