Capítulo 56 El fenómeno de no aceptar doble moral
Evaristo, en ese preciso momento, tenía una expresión de agotamiento, claramente había recibido duras críticas de la familia Rodríguez.
Pero ¿quién lo mandó a ser tan terco, empeñado en seguir a Almira? Ahora solo estaba recibiendo lo que se había ganado.
Evaristo apretó los dientes, se ajustó la corbata con mucha impaciencia y, conteniéndose, dijo:
—Esta vez vengo de verdad, quiero hablar contigo de asuntos muy serios. Te lo aseguro, si dejas de mencionar el divorcio, cualquier cosa que me pidas, lo aceptaré.
Me pareció algo absurdo.
—Evaristo, ¿qué valor tiene tu promesa para mí? Además, lo único que quiero es el divorcio. Si no puedes aceptar ni siquiera eso, ¿qué estamos haciendo, hablando de buena voluntad?
El rostro de Evaristo se tornó al instante de un color gris opaco, apretó los puños con fuerza.
—¿De verdad quieres hacer las cosas tan difíciles? Hemos estado casados durante tantos años, ¡no podía creer que no tuviera ni un poco de cariño por mí!
Ja,ja,ja.
N

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