Capítulo 141
Cuando Ana no quería acercarse, mantenía siempre cierta distancia.
Antes, entre ella y Javier, todo debía estar claramente delimitado.
Ahora, había colgado su ropa junto a la de Javier.
Después de lavarse y cepillarse, colocó su toalla y su vaso justo al lado de los de Javier.
Llevaba en el corazón una pequeña emoción, un leve entusiasmo: deseaba, poco a poco, integrarse en la vida de Javier.
Ana había pensado esperar a Javier para dormir.
Pero era una persona de hábitos regulares: si no tenía nada pendiente, se acostaba temprano y se levantaba temprano.
Mientras lo esperaba acostada, pasadas las nueve, terminó quedándose dormida abrazando la manta.
Cuando Javier llegó, después de terminar sus asuntos, la vio profundamente dormida, abrazando la colcha.
El dormitorio estaba impregnado de un aroma tranquilo, de esa clase de aire cálido que induce al sueño y la calma.
Su propia irritación interior se disipó rápidamente.
Sin embargo, Javier arrugó la frente: sentía que estaba dejando que l

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