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Capítulo 49

Por la tarde, Javier fue a la empresa. Ana había pedido unos días de permiso para poder cuidarlo. Ahora que la persona a la que debía atender había salido, Ana se quedó sin nada que hacer. Se sentía algo desanimada, pero, frente a Javier, ocultaba todo lo que no la hacía feliz; con las heridas en su espalda, ya había motivos de sobra para que ella cediera en muchas cosas. Ana no podía permanecer ociosa; quería buscar algo que la distrajera. De pronto recordó que, en efecto, había un asunto pendiente. Sacó su viejo teléfono Nokia y marcó el número de David. Ayer, cuando David la sacó de paseo, le había dicho que le arreglaría un trabajo. Para engañarla y hacer que saliera, incluso le dio su número de teléfono. En cuanto se estableció la llamada, al otro lado David contestó con un tono furioso. —¿Quién es? —David, soy Ana, llamo para preguntarte por el trabajo que me prometiste. Al otro lado se hizo un silencio. David no esperaba que aquella mujer se atreviera a buscarlo; no pudo evitar

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