Capítulo 79
Javier se quedó sin palabras.
Ella llevaba guantes de plástico, partió con destreza la carne jugosa de la langosta y tomó un trozo para acercárselo a la boca. —Listo, anda, prueba un poco primero, para tranquilizarte.
Él lo comió sin mostrar mal humor; sin embargo, al escuchar cómo en su teléfono, a un lado, llegaban mensajes de trabajo de los ejecutivos, volvió a concentrarse en la pantalla.
Cuando el almuerzo estaba a punto de concluir, un grito agudo resonó de repente en otra mesa no muy lejana, lo que hizo que Clara girara la cabeza, sobresaltada.
A unos cinco metros, junto a la ventana, una madre joven sostenía en brazos a un bebé de menos de un año y gritaba con desesperación: —Bebé, ¿qué te pasa? ¿Qué tienes? ¡No, por favor!
A su lado debía de estar la abuela, que también chillaba presa del pánico. El alboroto atrajo la atención de los demás comensales, mientras dos camareros, sin saber qué hacer, trataban de calmarlas a la vez que llamaban al 061...
Clara no pudo evitar levanta

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