Capítulo 11
Las pupilas de Orlando se contrajeron de golpe y su mente quedó en blanco.
Román tragó saliva, pero no logró emitir ni un solo sonido, la palma de su mano se cubrió de sudor frío mientras, con los dedos temblorosos, se acercaba a la cadena. Sin embargo, en cuanto la tocó, retiró la mano de inmediato, como si hubiese recibido una descarga eléctrica.
Ambos se miraron a los ojos, y en sus miradas se reflejaban el terror y la confusión.
—Es de ella...
—Es la cadena de Elena...
En la mente de los dos apareció, al mismo tiempo, la escena de aquel año.
Cuando Elena tenía trece años, Orlando y Román le habían regalado juntos un collar hecho con anillos entrelazados.
Tres anillos quedaban apretados uno junto al otro, el más pequeño, en el centro, representaba a Elena, y los otros dos, a los lados, representaban a Orlando y a Román, simbolizando que siempre, siempre la protegerían, que jamás la dejarían sola.
Durante todos estos años, Elena había llevado esa cadena pegada a su piel, incluso cuan

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