Capítulo 21
Lejos de la luz que ahora rodeaba a Mariana, un exclusivo centro de descanso vivía en frío y silencio perpetuos.
Allí, en una villa junto al lago, Nicolás pasaba sus días. El paisaje era hermoso, pero el vacío lo ahogaba.
Desde su partida, apenas había salido. Decían que descansaba.
A ojos del mundo, se había retirado en la cúspide de su éxito, disfrutando de la vida.
Solo él sabía que aquello no era descanso, sino un exilio sin final.
Se había vuelto extremadamente callado. Podía pasar todo un día sin pronunciar una palabra.
Las canas en sus sienes aumentaban cada mes. En su mirada se mezclaban la fatiga y una quietud imposible de disipar.
A veces se sentaba junto al lago durante horas, observando el agua helada con la vista perdida, sin saber en qué pensaba.
A su lado siempre había una revista de economía; en la portada, a veces, sonreía Mariana, radiante.
La miraba una y otra vez. Sus dedos recorrían la fotografía sin darse cuenta, y el corazón se le apretaba hasta dolerle el pecho,

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