Capítulo 15

En los días siguientes, Jacinto realmente se metió en el papel de turista. Sin embargo, sus recorridos turísticos se limitaban únicamente a la casa de huéspedes, donde permanecía cada día en el sofá, siguiendo constantemente a Catalina. Esta observación le permitió descubrir algunos problemas. La vecina que lo había recibido la última vez solía visitarlos, siempre trayendo algún dulce para mostrar su amabilidad, pero la admiración en sus ojos ya no podía ocultarse. Cada vez que esto sucedía, Jacinto apretaba con fuerza los puños, casi incapaz de controlar la furia que lo invadía. Pero no se atrevía a hacer nada. Temía que cualquier movimiento extra, por pequeño que fuera, podría ser la excusa perfecta para que Catalina lo echara. Después de estar "tranquilo" por cuatro o cinco días, los continuos y frenéticos llamados de la familia Medina comenzaron a llegar. —Jacinto, ¿puedes regresar? Clau está muy mal. La voz de Liliana, ahogada por el llanto, estaba llena de una ansiedad y desesper