Capítulo 2
Me sentí algo mareada por aquella cachetada.
Todas las personas alrededor también empezaron a despreciarme de la peor manera.
—¡Nunca imaginé que alguien como tú, que siempre parecía tan tranquila y educada, pudiera hacer algo tan despreciable como esto!
—Eso, y todavía dices que esta casa la compraste tú. ¡Si apenas tienes poco más de veinte años! ¿En verdad puedes permitirte una casa de más de dos millones de dólares?
Un grupo de personas comenzó a criticarme desde todos los ángulos. Incluso algunos vecinos que por lo general trataban conmigo también vociferaban en ese momento. Es fácil conocer a una persona, pero entender su corazón es mucho más complicado.
Hice mala cara y miré a Nora con una expresión sombría.
—Señora Nora, su esposo es solo un cliente de mi empresa. Si está buscando a la amante que golpeó a su esposo, creo que se ha equivocado de persona. ¡Le pido de lama era más atenta que se retire de mi casa, o llamaré a la policía!
Pensé que al enterarse de quién era yo esta mujer, se detendría de inmediato.
Pero para mi sorpresa, Nora alzó la mano de nuevo, intentando golpearme otra vez en la cara.
—¿Sigues diciendo que es tu cliente, maldita perra? ¿Así es como consigues clientes, acostándote con ellos?
Antes me había tomado por sorpresa y me abofeteó, pero si volvía a dejar que me pegara, eso sería simplemente cobardía de mi parte.
Le agarré la mano de un tirón y la empujé con fuerza hacia atrás.
—Señora Nora, esa cachetada que usted me dio, yo se la cobraré por la vía legal. ¡Mi abogado la va a demandar por agresión intencional!
Al ver que empujé a Nora, esa turba de gente se me vino encima.
—¿Agresión intencional? ¡Ve y demanda, a ver si nos das miedo, mugrosa!
Ellos se comportaban como una jauría rabiosa.
Los vecinos que estaban chismoseando comenzaron a murmurar entre ellos.
—¡Qué mala suerte la mía tener que vivir en la misma comunidad que tú!
—Eso, con razón siempre vistes tan bien, resulta que es porque te mantiene el esposo de otra.
Los vecinos no dejaban de murmurar e insultarme de la peor manera, mientras varias personas más, que estaban grabando en directo con el celular, no dejaban de enfocar mi rostro.
[¡Todos, fíjense bien en la cara de esta maldita perra! ¡La próxima vez que la vean, no sean amables con ella!]
[¡Esta tipa no tiene vergüenza! No solo seduce a los hombres de otras, ¡sino que además disfruta del dinero que debería ser de Nora y vive en la mansión que le corresponde a Nora!]
Con la incitación de esos streamers, la gente en el chat del directo no paraba de insultarme.
Nora, por su parte, comenzó a destrozar todo cuanto encontraba a su paso llena de furia.
Mientras rompía cosas, gritaba enloquecida: —¿Vives una vida de lujo aquí usando mi dinero? ¡A ver cómo disfrutas ahora! ¡Destrocen todo!
El chat del directo se llenó de comentarios y el número de espectadores se disparó.
Parecía que habían descubierto la clave para hacerse virales, y me señalaban insultándome con un aire de justicia.
—¡Si los demás no te ponen en tu lugar, nosotros sí lo haremos en nombre de todos esos ofendidos internautas!
[¡Denle like, todos! ¡Por ustedes, le destruyo la casa a esta perra!]
De repente, el lugar se llenó con el estruendo de sucesivos destrozos.
Yo miré a ese grupo de locos y les di mi última advertencia:
—Sigan rompiendo todo lo que se les dé la gana, pero piénsenlo bien antes de romper cada cosa si pueden o no pagarlo después.
Nora me lanzó una mirada enfurecida tomó mi reloj de marca, valuado en más de doscientos mil dólares, y lo estampó con fuerza en el suelo, justo delante de mis ojos.
—¡Rompí tu reloj! ¿Y ahora qué vas a hacer al respecto, ah…?
El reloj se hizo añicos contra el suelo. Pero aun así, Nora no quedó satisfecha y lo pisoteó mientras seguía insultándome por "no tener vergüenza".
—¡Ese reloj parecía bien costoso! ¡Debió valer más de doscientos mil dólares!
Entre los vecinos, alguien reconoció enseguida el valor del reloj y murmuró eso al costado.
Al escuchar esto, Nora también se sorprendió por un instante.
Evidentemente, no esperaba haber destruido algo tan valioso.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de decir algo, quienes estaban efusivos transmitiendo en vivo me interrumpieron apresurándose a hablar:
—Nora, ¿de qué tienes miedo? ¡Todo lo que hay aquí lo compró tu esposo! Si ella te demanda, ¡todo esto te lo tienen que devolver!
—¿Acaso romper tus propias cosas también es un delito?
En cuanto Nora oyó esto, sus ojos se iluminaron y, de inmediato, pareció encontrar un motivo perfectamente justificado.
—¿Y qué si es un reloj de marca?
—¡También lo compré con mi propio dinero! ¿De verdad crees que te lo vas a llevar?
Respiré profundo para tranquilizarme y respondí en voz baja: —¿Tienes pruebas de que fue tu esposo quien lo compró?
—¿Pruebas? Tranquila, ¡todas las pruebas las voy a mostrar a los internautas!
—¡Rompan, acaben con todo lo que encuentre a su paso!
Nora volvió a hablar, y quienes estaban alrededor, al escucharla, se emocionaron aún más y se lanzaron en tropel.
En especial esas streamers de la "Alianza para Golpear a la Amante", que agitaban sus teléfonos con mucha emoción.
Ya no podía detenerlas. Saqué mi celular dispuesta a llamar a la policía.
Apenas marqué el número, alguien me lo tumbó de un golpe.
—¡Miren todos! ¡Esta maldita todavía tiene el valor suficiente de llamar a la policía! ¡Sinvergüenza sin cara!
—¿No pensó en las consecuencias cuando seducía al esposo ajeno?
A mi alrededor, muchos me miraban con desprecio y no paraban de insultarme.
Los miré con frialdad, uno a uno.
—¿Ustedes han pensado en las consecuencias de lo que están haciendo?
Pero, evidentemente, no prestaron atención a mi advertencia, seguían rompiendo cosas a diestra y siniestra solo para atraer la atención.
Mientras destruían, continuaban interactuando.
—Denme un like, miren cómo rompo el maquillaje de esta maldita perra.
—¡Miren pues, hasta los cosméticos que usa son carísimos! ¡Seguro que la escurridiza se ha metido con muchos tipos de plata!
¡De repente se oyó un estruendo!
Con el estrépito de vidrios quebrándose, todo mi maquillaje quedó hecho trizas.
—Hoy te vas a dar cuenta cómo se destruyen, uno por uno, las cosas que conseguiste engañando.
—Solo quiero que esta maldita amante sepa cuáles son las consecuencias de meterse con el hombre de otra.
Alguien decía esto mientras rompía mis cosas delante de mí.
—Vengan a ver, aquí hay un jarrón de porcelana blanca. ¿Una amante y todavía pretende ser una coleccionista culta? ¿Qué dicen, lo rompo o no?
—Bien, hago lo que diga el público. Nora, este coraje la "Alianza para Golpear a la Amante" te lo va a sacar, ¡a romper!
—¡Les aconsejo que no toquen esa porcelana blanca antigua! —Me apresuré a detenerlas.
¡Y de pronto se escuchó un golpe seco!
Sin embargo, antes de que terminara de hablar, con un leve crujido, la porcelana blanca que compré en una subasta por más de tres millones de dólares quedó hecha trizas.
En tan solo unos minutos, la sala había quedado completamente destruida, ya no quedaba ni una sola cosa intacta.
Me mantenían controlada para que no llamara a la policía, pero yo tampoco me desesperé, seguro alguien estaba grabando la transmisión en vivo, ¡todo esto sería una prueba irrefutable!
—¿No eras muy prepotente? ¿Todavía te atreves a amenazarnos? ¿Y qué si rompemos todo delante de ti?
Nora estaba satisfecha.
Mi expresión era sombría, y en mis ojos ardía la rabia.
—Jaja, ahora pueden romper lo que quieran. ¡Espero que después puedan pagar todo lo que hicieron!
—Para entonces, ¡más les vale no estar arrodilladas rogándome en vano perdón!
Sin embargo, mientras yo hablaba, alguien ya había irrumpido en mi dormitorio y sacado mi caja de joyas.
Una rabia profunda me invadió el alma.
No era algo de mucho valor, pero eran la única herencia que me había dejado mi madre.