Capítulo 3

—¡Deja eso ahora mismo! Aquella descarada inclinó la cabeza y me miró, sonriendo con malicia mientras abría la caja. —¿Parece que esto es muy importante para ti? ¿No es así? Nora se acercó enfurecida para mirar, y de un tirón sacó todas las cosas de adentro. Las arrojó con desprecio al suelo. La pulsera de cristalitos que me había dejado mi madre se rompió en pedazos en ese mismo instante. Las lágrimas cayeron igual que la pulsera. Esa era la única reliquia que mi madre me había dejado, y durante todos estos años, siempre que la extrañaba, la sacaba. Al sostener con nostalgia la pulsera, era como si mi mamá estuviera a mi lado. ¿Quién hubiera imaginado que después de tantos años guardándola con tanto cuidado, hoy la perdería de una forma tan absurda como esta? —¡Todos ustedes, miren! ¡Esta arpía todavía tiene el descaro de llorar! —Cuando destruiste la familia de otros, ¿no pensaste que esto podía pasar? ¡Te lo mereces! —¿En serio creíste que la ley no podía castigarte y por eso podías