Capítulo 103
Ximena cambió ligeramente de expresión.
Miró sorprendida a Carmen.
Y Carmen, con una sonrisa en los labios, le devolvió la mirada de manera elegante y serena.
Aquel aplomo y orgullo no tenían nada de fingido.
Alonso frunció el ceño y miró hacia allí: —¿Señorita Ximena, ha visto bien la firma? Las obras que se exhiben en la galería de la familia Herrera son todas piezas reconocidas. No es necesario que la señorita Ximena se esfuerce tanto en aparentar venir de una familia culta, no vaya a hacer el ridículo.
¿Quién no podía entender el trasfondo de esas palabras?
Era prácticamente una acusación directa: Ximena estaba fabricando una falsa apariencia.
¡Se estaba apropiando de la gloria de la obra de la madre de Carmen!
Carmen también captó la intención oculta en las palabras de Alonso.
Estaba insinuando que era la vanidad de Ximena la que actuaba.
En cuanto a esto.
Ella, en realidad, estaba de acuerdo.
Carmen no lo dijo abiertamente, solo respondió con amabilidad: —Esta es la primera pintu

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