Capítulo 105
Las palabras que Ximena quería decir se le quedaron atascadas en la garganta.
Frunció el ceño y alzó la mirada hacia él: —Jefe Diego, ha pensado de más. No tenía intención de pedirle nada.
Diego no reaccionó, solo la miró pensativo, fijando su atención en su rostro pálido.
Desde su ángulo, su barbilla se veía algo puntiaguda; ese rostro, que ya de por sí era pequeño, parecía aún más delgado en estos días.
Eso hacía que sus ojos serenos resaltaran todavía más.
De repente, él levantó la mano y le sostuvo la barbilla, alzándola para mirarla bien.
La mano que tenía apoyada, apenas rozando la cintura de Ximena, se cerró ligeramente.
—¿Estás adelgazando?
Notó que su cintura también se había afinado bastante.
Su tono era frío, pero en el fondo de sus ojos brillaba una emoción distinta: —¿O es que has perdido el apetito por alguna razón?
Ximena apartó la mirada, algo sorprendida por la reacción de Diego.
Así que, en realidad, él también era capaz de notar sus cambios.
Pero solo hasta ese punto

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