Capítulo 171
Diego tampoco refutó esas palabras.
Pero él sí percibió un cambio sutil en Ximena.
En ese momento, desde cierta distancia, la observaba fijamente, sin apartar la vista, atento a la autenticidad de cada una de sus expresiones.
Sin embargo, lo que rompió la atmósfera de silencio fue una llamada telefónica.
Era una llamada de la empresa.
En un principio, pensó en contestar de inmediato, pero se detuvo y, levantando la mirada hacia Ximena, le preguntó: —¿Puedo contestar una llamada?
Como si.
De algún modo, estuviera pidiendo la aprobación de Ximena.
A Ximena no le importaba su actitud en ese momento.
Ya tenía sudor frío en la frente, y esta vez el dolor abdominal llegó con una intensidad abrumadora.
Estuvo a punto de no poder soportarlo; bajo la tenue luz, sus labios se volvían cada vez más pálidos y, con la respiración agitada, asintió levemente.
Diego se giró para contestar la llamada.
Al otro lado, la voz de un hombre se escuchó: —Jefe Diego, la señorita Carmen hoy ha estado ajustando l

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