Capítulo 31

—Bueno, si no me necesitas, entonces me voy para mi habitación, ¿de acuerdo? —le dije a Eric, que estaba muy concentrado mirando la televisión, como si fuera una estatua en un museo. Hacía una hora que yo había regresado a casa y, desde entonces, había estado sentado en la misma posición, ignorando mis palabras. No sabía que le gustaba tanto el fútbol. Al parecer, tendría que olvidarme de mi televisor mientras él estuviese allí o por lo menos hasta que se terminase ese juego de fútbol. —La comida está en la mesa. Puedes calentarla en el microondas si se enfría demasiado para tu gusto —le dije antes de subir a mi habitación. Después de tomar una ducha rápida, me fui a la cama. Al cerrar los ojos, me puse a pensar en todo lo que me había sucedido durante el día y luego dejé escapar un suspiro de cansancio. Mientras recordaba cómo mi madre me acurrucaba en sus brazos cuando era niña, sonreí un poco y luego me quedé dormida. —Mi sol, al fin te has dormido. Por fin llegaste a un lugar en