Capítulo 10
Por otro lado, la mujer en la cama seguía sin parar de hacer pucheros.
—Ramón, ¿de verdad no necesitas ir a acompañar a Laura? Hoy es el día en que Laura va a dar a luz.
Clara rodeaba el cuello de Ramón, mostrándose frágil y dependiente bajo los relámpagos que iluminaban la habitación.
—No pasa nada. Solo es un parto. Ya envié a mi asistente. Clara, en mi corazón tú eres lo más importante. ¿Cómo podría dejarte aquí sola?
Mientras Ramón hablaba, recordaba que, desde que se había casado con Laura, solo podía ocultar profundamente en su corazón el amor que sentía por Clara. Ni siquiera podía visitarla cuando tenía fiebre. Todo lo que hacía por ella debía hacerlo bajo la identidad de cuñado; todos esos años, estaba a punto de enloquecer por tanta represión.
Pero el viaje de trabajo de Mario por fin le había dado una oportunidad.
La mujer a la que él había amado durante tantos años, por la que incluso había manchado sus manos de sangre, estaba en sus brazos; no podía dedicar ni un instante

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