Capítulo 40
Sara no se contuvo. —¡Fue ella quien empezó! ¿Por qué tenemos que aguantarla? ¿Solo porque es una discapacitada mental?
Yago abrió los ojos de par en par. ¿Cómo era posible que la dulce y delicada muchacha de hacía un segundo se transformara, en un instante, en alguien tan incendiaria?
Sintió que, cada vez que aparecía Melchor, era como si encendiera un interruptor oculto en Sara, y de pronto ella era poseída por un espíritu iracundo.
La expresión de Melchor se ensombreció de inmediato. ¿Una novata se atrevía a hablarle de esa manera?
Elena, furiosa, estuvo a punto de lanzarse a golpearla. —¡Mala mujer! ¿Cómo te atreves a insultarme así? ¡Te voy a arrancar la boca a tiras!
Carolina, rápida de reflejos, tiró de Sara hacia atrás justo a tiempo, evitando que Elena la derribara.
—¡Melchor, controla a tu gente!
—¡Tú, ustedes! ¡Voy a matar a estas dos brujas malvadas! —Elena saltaba de rabia, con la cara desencajada, gritando mientras intentaba lanzarse de nuevo.
Su voz resonó tan fuerte que

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