Capítulo 60
El director Ernesto estaba sentado a un lado, con la cara sombría; en la grabación de seguridad se veía con absoluta claridad el gesto intencionado de Lilia al hacer daño.
...
Melchor llevó a Lilia a la sala de descanso en brazos, sacó el botiquín y comenzó a curarle la herida con esmero.
Con un tono cargado de ternura preguntó: —¿Te duele mucho?
Lilia apretó con fuerza los labios, con la mirada húmeda. —Duele, pero comparado con lo que le pasó a Carolina, ¿qué importancia tiene este pequeño rasguño?
La imagen de su dulzura, de su bondad y de su aparente fragilidad enterneció profundamente a Melchor.
Ella acarició el brazo de Melchor, aún vendado, llena de remordimiento. —Melchor, no te preocupes por mí, ve primero a ver a Carolina.
La mano que sostenía el hisopo se detuvo, y la mirada de Melchor se deslizó hacia su propio brazo herido.
Carolina, apenas había llegado, lo único que hizo fue preocuparse por Yago, señalando a Lilia con el dedo y exigiendo explicaciones, sin preguntar siqu

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