Capítulo 1168
Se enrojeció al instante; rechinó los dientes, pero la emoción fue tan intensa que tosió varias veces más.
Pedro sostenía un arma en la mano. —Señor Álvaro, solo le haré unas preguntas. Respóndalas con la verdad y bastará.
El carácter de Álvaro era duro; soltó una carcajada fría. —No importa lo que me preguntes, no diré una sola palabra.
Al segundo siguiente, la bala atravesó su hombro. Se puso pálido y miró a Pedro con incredulidad.
¡No podía creer que se atreviera!
La voz de Pedro era serena, pero helada. —No quiero escuchar estupideces.
Álvaro temía más que nada a la muerte. Como su vida estaba en manos ajenas, tras unos segundos de lucha interior, no tuvo más remedio que bajar la cabeza.
—¿Qué quieres saber?
La expresión de Pedro se mantuvo inmutable mientras jugaba con el arma entre los dedos. —Hace años, mi padre te ayudó a ascender. Para ganarte su confianza, le entregaste la identidad y la dirección de dos personas para que enviara a un asesino a matarlas. ¿Lo recuerdas?
Álvaro

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