Capítulo 230
Condujo durante más de una hora hasta llegar a aquella casita deteriorada.
La casa tenía al menos veinte años de antigüedad y estaba rodeada de montañas desiertas, con numerosos restos de materiales de construcción abandonados, lo que le confería un aire lúgubre.
Además, en el patio abandonado había una tumba que desentonaba completamente con el entorno decadente. Sin embargo, estaba muy bien cuidada y delante de ella se habían colocado muchas flores frescas.
Estar en un lugar tan remoto, acompañado solo por una tumba solitaria, debía de ser increíblemente solitario.
A Lorena le dolió el corazón al pensarlo, y al mirar hacia las ventanas de la casa, vio que todas estaban selladas con objetos, tan herméticamente que ni un solo rayo de luz podía entrar; probablemente, incluso de día, el interior era tan oscuro como la noche.
Tocó el timbre, y antes de presionar por segunda vez, una mano salió del interior y la arrastró con impaciencia hacia adentro.
—Mm... no seas siempre tan, eh, tan ap

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