Capítulo 302
—Come algo para reponer fuerzas, este es un tipo de chocolate que a Lorena le gustaba mucho antes.
Los ojos de Juan se iluminaron de inmediato y enseguida lo tomó y se lo comió.
Durante la siguiente hora, Josefina volvió a darle varios trozos más.
Finalmente, llegaron a la puerta de la casa de Bruno. Juan dejó a Josefina afuera para que descansara y fue él solo a tocar la puerta.
Bruno ya tenía más de ochenta años y en la casa había un intenso olor a jarabe y ungüento.
Sin embargo, estaba muy lúcido y, evidentemente, reconoció a Juan.
Juan se acercó rápidamente y lo saludó: —Don Bruno, ¿tiene alguna receta para tratar el insomnio?
Bruno lo observó detenidamente y, al final, se acarició la barba del mentón.
—¿Eres el hijo de Daniel, ¿cierto? Hace años que no te veía. ¿Cómo está Daniel ahora?
Actualmente, en Piedrasanta casi no queda nadie, especialmente en esta montaña, donde solo vive Bruno. Su esposa había fallecido hacía treinta años y, desde entonces, se había dedicado a estudiar to

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