Capítulo 383
No supo cómo responder. Recordó las palabras del médico y, de pronto, preguntó: —¿Por qué no te mudas a este edificio? Si no quieres que te vea, puedo comprarte el piso de arriba, así vives solo. No me quedo tranquila sabiendo que estás solo en ese lugar tan oscuro.
El médico tenía razón; si él tenía problemas mentales, no debía quedarse solo allí.
Él guardó silencio, como si estuviera pensando en algo.
Lorena entendió que no podía obligarlo.
Respiró hondo. —Olvídalo, si no quieres, no voy a forzarte. Yo vendré a verte más seguido cuando pueda, pero prométeme que si te enfermas tomarás la medicina. No aguantes solo.
Él volvió a guardar silencio durante un minuto.
Lorena pensó que colgaría, pero entonces él dijo: —Pero me gusta verte preocupada por mí.
Le gustaba ver cómo ella se sentía impotente por él.
Solo de pensarlo, sentía que el corazón le iba a estallar.
Lorena no entendía qué tipo de afición era esa; en ese instante, se rio entre enfadada y divertida. —¿Verme angustiada te hace

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