Capítulo 407
Se levantó y comió algo, pero seguía sintiéndose perezosa, y toda la comida le sabía a nada.
Cuando llegó a la empresa y se sentó, todavía bostezaba, con la sensación de no estar en su mejor estado.
No fue hasta que Orlando, ajustándose las gafas con seriedad, le sugirió: —Jefe, ¿no quiere ponerse una prenda de cuello alto?
Lorena pasó toda la mañana medio aturdida. Al oírlo, bebió un sorbo de café y preguntó: —¿Por qué?
Orlando no respondió.
Hasta la hora del almuerzo, cuando vio en el espejo el rubor de su cara y las manchas irregulares que le cubrían el cuello.
Su cara, antes tranquila, se sonrojó de golpe; instintivamente se subió el cuello de la blusa, pero ese día no llevaba cuello alto y no había forma de tapar nada.
Por la mañana estaba tan aturdida que apenas se lavó la cara antes de salir de casa, sin fijarse en esos detalles.
Se frotó el entrecejo con la mano y, apurada, hizo un pedido en línea de una bufanda, pidiendo al vendedor que la entregara lo antes posible.
Por la ta

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