Capítulo 453
Cuando la acompañaron hasta la puerta, ella no pudo evitar preguntar: —¿Qué le pasa al señor Pedro?
—No es nada, solo ha pasado por un disgusto y, además, últimamente no ha descansado bien.
Ella avanzó unos pasos más y luego se detuvo. —¿Sigue con insomnio? Esta noche puedo quedarme aquí y marcharme mañana temprano.
César, de pie frente al auto, al oír esto, respiró hondo. —Señorita Lorena, que le vaya bien, le deseo mucha suerte.
Eso era una negativa cortés.
Después de subir al auto, Lorena no regresó a casa, sino que fue directamente a la puerta de la habitación de Juan.
Durante todo el trayecto tuvo la mente confusa, incapaz de entender el propósito de Pedro, lo que la hacía sentirse inquieta.
Esa inquietud se intensificó en el momento en que vio a Juan en silencio.
Aunque él ya estaba despierto y la fiebre le había bajado, no la había llamado; ahora mismo incluso estaba tranquilamente tomando la sopa de arroz que Sara le daba de comer.
Lorena tenía muchas preguntas, pero en ese ins

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