Capítulo 527
Pedro se recostó en el respaldo de la silla, y el sudor de su frente fue deslizándose lentamente, recorriendo el puente de la nariz y la mejilla.
No le dijo nada a Lorena; entre los dos, siempre era así, como una guerra de desgaste silenciosa.
Lorena sentía que no podía estar tranquila en ningún momento, hasta que finalmente tomó una servilleta de al lado y le limpió la mejilla.
Sus párpados temblaron levemente y apartó la cabeza, sin mirarla.
Al pasar la servilleta por su mejilla, aún podía percibir el suave aroma que emanaba de ella. Aunque Lorena no solía usar perfume, en su cuerpo siempre flotaba una fragancia especial y única.
Al terminar con la servilleta, Lorena notó de reojo que el traje de Pedro estaba empapado de sangre y se preocupó un poco.
—Señor Pedro, ya casi llegamos al hospital, aguante un poco más.
De todos modos, Pedro siempre había sido quien mejor soportaba el dolor.
Durante el trayecto al hospital, el interior del auto permaneció en absoluto silencio.
En el hospit

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