Capítulo 602
Claudia, al ver la evidente marca de la cachetada en la cara de Pedro y notar que él aun así se preocupaba por Lorena, sintió que su mirada se volvía aún más profunda.
¡Lorena definitivamente no podía quedarse!
Apretó los labios con frialdad, pero dijo: —Ya que ella también está aquí, que venga con nosotros. El monasterio es un lugar de retiro; quizás allí logren purificarle ese carácter tan agresivo que tiene. ¿Cómo puede una mujer atreverse a levantarle la mano a un hombre de esa manera? Si la gente se entera, será motivo de burla. Pedro, en una casa, al final, quien manda debe ser el hombre.
Pedro sostenía una bolsa de hielo en la mano y la aplicaba con calma en su mejilla. Su tono era sereno mientras decía: —Ella es auténtica y natural. A mí me parece bien como es.
Claudia, estaba tan enojada que sentía un hormigueo en el cuero cabelludo, recordó que en estos días había visto a Yago y este le había contado algunas cosas sobre Lorena. Al principio no les había dado importancia, pero

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