Capítulo 630
Lorena comió tranquilamente un poco y, en realidad, pensaba volver a la cama a descansar, pero él le levantó la manta.
—Después de comer tienes que hacer algo de ejercicio, bájate de la cama y ponte los zapatos. Dentro de tres días voy a llevarte a conocer a otras personas.
—¿A quién vamos a ver?
Mientras bajaba de la cama, se ponía los zapatos obedientemente, aunque sus movimientos eran torpes por las heridas en las manos.
Emilio esperó de pie varios minutos, hasta que finalmente se agachó para ayudarle a ponerse los zapatos. —A unos forasteros. Cuando llegue el momento, acuérdate de ayudarme diciendo algunas cosas buenas.
—Por supuesto.
La mano de Emilio se detuvo un instante; vaya, esa sensación era realmente indescriptible.
Se levantó y bajó las escaleras, justo cuando recibió una llamada de Silvio, que estaba en el extranjero.
—Silvio, ¿sabes qué? Llevo unos días en Llanoazul y ya tengo una hermana.
Después de decir esto, pensó en llamar a Lorena para que contestara, pero a Silvio

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