Capítulo 819
Josefina no tenía motivo alguno para mentir ni tampoco necesidad de arriesgar su vida.
Lorena se llevó la mano a la frente y frotó sus sienes, conteniendo la tensión durante varios segundos antes de volver a avanzar.
En ese momento, Josefina escuchó cómo el automóvil se alejaba; giró lentamente la cabeza y en su cara apareció una sonrisa cargada de burla.
Todos la menospreciaban por ser una pieza insignificante, pero ella estaba decidida a sobrevivir hasta el final y asestarle un golpe mortal a la relación de Lorena y Pedro.
Lorena condujo de regreso a Jardines de la Paz y, durante el trayecto, llamó a Pedro, aunque él no respondió.
Pasaron dos horas hasta que el mayordomo llegó tambaleándose. La arrogancia habitual en su rostro había desaparecido por completo y, de pronto, se arrodilló frente a ella.
—Lorena, tienes que detener al señor Pedro, ¡se ha vuelto loco, de verdad está loco! ¡Puede que llegue a enfrentarse al patrón!
Lorena se levantó del sofá y, con un tono gélido, dijo: —¿Q

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