Capítulo 821
Él la observaba desde hacía mucho tiempo, lo sabía todo sobre ella, pero a ella le desagradaba.
Un hombre tan orgulloso como él, ¿qué estaría pensando en aquel entonces?
Lorena no se atrevía a profundizar; todos los pensamientos sombríos de Pedro estaban escondidos en la oscuridad, y temía que lo torturaran hasta un dolor insoportable.
Se quedó allí un rato más, varias horas, hasta que de pronto recordó que, en su momento, Bruno le había dado un tarro con hierbas medicinales, diciéndole que eran para preparar té y que debía guardarlo bien.
¿Acaso allí habría alguna pista?
Cuando lo llevó a casa, lo guardó junto con sus cosas.
Lorena sintió la sangre agolparse en sus venas y enseguida condujo de regreso.
Entre la ida y la vuelta, se fueron más de diez horas; cuando por fin llegó a casa, ya era la madrugada del segundo día.
No sentía ni un ápice de sueño; fue directamente a su habitación y, por fin, encontró aquel tarro de hierbas.
Lo abrió, y dentro no había más que plantas secas.
Las v

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