Capítulo 823
Lorena lo siguió hacia afuera y, con cierto dejo de preocupación en la voz, dijo: —Pedro vino persiguiendo a don Iván hace dos días y desapareció, ni siquiera me llamó por teléfono. Temo que le haya pasado algo.
Emilio le dio unas palmadas en el hombro. —Él tiene grandes habilidades; seguramente solo perdió el teléfono y no puede comunicarse. Vamos, primero busquemos un lugar donde alojarnos y después preguntaremos a la gente del lugar. Lorena, recuerda lo que te digo: aquí, para la gente de Llanoazul, todos son presas. Cualquiera que veas puede estar calculando cuánto valen tus órganos; no confíes en nadie.
—De acuerdo.
Lorena nunca había estado en aquel país. Últimamente, se había vuelto tan inestable que el propio gobierno de Llanoazul había ordenado a todos sus ciudadanos regresar y había prohibido la entrada a turistas para evitar pérdidas de vidas.
Lorena subió al auto con Emilio y entraron juntos en la ciudad. Incluso el condado más pobre de Llanoazul no era tan sucio como ese l

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