Capítulo 982
Pedro hojeaba los documentos que tenía en la mano. —Alba no fue asesinada por Lorena. Dale unos días para investigar y te dará una explicación.
Arnoldo bajó la cabeza y encendió un cigarrillo. —¿Esa es tu amante?
—Es mi esposa, con certificado de matrimonio.
Los dedos de Arnoldo se detuvieron, y en su mirada apareció una fugaz sorpresa. ¿Cuándo se había casado este hombre?
Aspiró hondo, reprimiendo la irritación. —Está bien, tres días. Le daré tres días de tiempo. Si consigue traer al asesino ante mí, la dejaré en paz.
Pedro curvó levemente los labios. —Gracias.
Arnoldo, abrazando la urna con las cenizas, bajó las pestañas.
—Ajá.
Lorena, por su parte, recibió la noticia muy pronto. Si hubiera sido en otra ocasión, seguramente habría pensado que esta tarea era sencilla; pero ahora se enfrentaba a Nora.
Nora había sido capaz de asesinar a su hermana y, aun así, representar una obra perfecta; lograr que dejara un cabo suelto no sería fácil.
A menos que encontrara su punto débil.
Solo tení

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