Capítulo 82
Regina se detuvo frente a Fabiola; no tenía prisa alguna por marcharse, sino que la miró desde arriba, con la comisura de los labios apenas alzada, lo suficiente para llegar enfurecerla.
Los pecados que uno mismo comete, uno mismo debe cargar con las consecuencias.
Fabiola había intentado en repetidas ocasiones poner en aprietos a Regina con sus artimañas, ¿acaso nunca pensó si sería capaz de soportar la contraofensiva de Regina?
Regina arqueó las cejas, sin pronunciar palabra, y se giró para seguir a Marcos hacia el garaje.
Marcos colocó la pintura al óleo en el asiento trasero y, enseguida, solícito, abrió la puerta del copiloto para que entrara Regina.
Incluso estuvo a punto de abrocharle el cinturón de seguridad con esmero.
Sin embargo, Regina lo detuvo es esmero.
—Tranquilo yo misma lo hago.
Tras decir eso, no le dio tiempo a Marcos de reaccionar y se colocó el cinturón con rapidez.
Apenas Marcos sacó el auto de la casa de los Suárez, no pudo evitar preguntar con ansiedad: —Regina

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