Capítulo 6
El cuaderno de bocetos llevaba tres días desaparecido y yo me sentía como si hubiera perdido el alma.
La tarde del cuarto día, apenas salí del edificio de escultura, alguien me bloqueó el paso.
Elena estaba recostada contra la pared, como si me esperara.
—Vaya, la artista. —Dijo, con sarcasmo en la voz.
Bajé la cabeza, evité mirarla y quise rodearla para irme.
—¿Tanta prisa? —Dio un paso largo y me cerró el camino, levantando el celular justo frente a mis ojos.
—Mira esto, ¿te resulta familiar?
En la pantalla había fotos. Eran dibujos a lápiz. Todos de Leo.
Dormitando, leyendo, incluso uno en el que fruncía ligeramente el ceño en pleno clímax; hasta las gotas de sudor sobre la clavícula estaban dibujadas con claridad.
Era mi cuaderno de bocetos.
La sangre se me subió de golpe a la cabeza. Extendí la mano para arrebatarle el teléfono.
Ella lo retiró enseguida y sonrió con satisfacción:
—¿Qué intentas hacer? Leo me los mostró.
—Me dejó ver cómo alguien lo ha estado fantaseando a escondid

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