Capítulo 14
La cola de Leocadio se enroscó alrededor de la muñeca de Adelaida, con la punta de la cola rozando suavemente su brazo, mientras su respiración se volvía más pesada.
—Esto depende de la voluntad de las hembras.—Leocadio levantó la vista, con una tenue luz de lágrimas en sus ojos.
Adelaida miró su mano, que aún sostenía la cola, que soltó inmediatamente mientras una sonrisa curvaba sus labios.—¿Te hice daño?
—No.—Leocadio le replicó.—¿Puedo ser tu compañero, Adele?
En el Mundo de Bestias Intergalácticas, los orcos seguían más sus instintos y no expresaban sus sentimientos de manera tan reservada como los humanos puros de hace cientos de años.
Debido a las estrictas normas de la Alianza Interestelar, cuando un macho decide ser el compañero de una hembra y establece un vínculo, no puede cambiar de opinión.
El macho debe proteger a esa hembra durante toda su vida.
Al ver que Adelaida no respondía, Leocadio sintió un nudo en el estómago.
Pensó que quizás se había apresurado, después de todo

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