Capítulo 10
Toda la noche, Alejandro estuvo en paradero desconocido, sin contestar el celular.
Ana lo llamó sin descanso y, a la mañana siguiente, lo encontró en la oficina.
Solo vio a Alejandro acurrucado en el suelo; la oficina parecía haber sido saqueada, era un completo desastre.
Ella, desconcertada, lo despertó.
—Alejandro, ¿qué pasó?
Los ojos de Alejandro enfocaron lentamente, reflejando la silueta de Ana.
El odio llenó sus ojos en un instante.
Su mano se extendió poco a poco, pero Ana la atrapó de inmediato.
—¿Acaso la presión de tu ascenso te tiene demasiado agotado? No pasa nada, tómate unos días de descanso. Además, así me acompañas a organizar lo de la boda, yo sola no me doy abasto. Hoy iremos a ver hoteles y a elegir el vestido de novia, ¿sí?
Al ver la expectativa en los ojos de Ana, Alejandro contuvo su rencor.
Un plan comenzó a formarse lentamente en su mente.
Con la cara impasible, apartó a Ana y se puso de pie, arreglándose la ropa.
—De acuerdo.
Durante los días siguientes, Ana ar

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