Capítulo 249
Francisco sonrió cortésmente.
Sergio, con un tono poco amable, esbozó una sonrisa fría en los labios: —¿Cómo es que escuché que le preguntabas por qué no aceptó tu declaración de amor durante la universidad?
Fernanda no supo qué decir: —Yo...
Luisa y Catalina se miraron.
Sergio parecía extraño ese día.
Pero no se podía decir exactamente qué era lo extraño.
Fernanda sonrió incómodamente: —Escuchaste mal.
Luego sacó su celular y lo manipuló un momento. De repente, sonó el timbre.
Fernanda hizo un gesto de contestar el celular: —¿Hola? Soy yo, ¿qué pasa? ¿Oh, ahora? Está bien, estaré allí enseguida.
Fernanda colgó el celular, recogió su bolso y se levantó: —Bueno, de repente tengo algo que hacer, me voy primero, ustedes sigan charlando. Adiós, Catalina, Luisita.
Dicho esto, Fernanda se marchó apresuradamente.
Parecía que estaba escapando.
Luisa observó la figura de Fernanda y le dijo a Catalina: —Ese tono de timbre... ¿no era el de una alarma?
Catalina: —Sí, no te equivocas, era una alarm

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