Capítulo 311
Valentina palideció de repente. —¿Son gente de la familia Martínez? ¿Quieren matarme?
Mientras hablaba, alguien ya se había acercado y rompió con violencia el parabrisas delantero del auto.
—¡Señorita Valentina, yo los detendré, corra por su vida! —gritó a todo pulmón Adolfo, lanzándose a pelear contra ese grupo de hombres.
Volvieron a sonar algunos disparos.
Valentina aterrada abrió la puerta del auto, se quitó los tacones de una patada y comenzó a correr con todas sus fuerzas.
Los hombres que Andrés había enviado esta vez eran mercenarios que llevaba años manteniendo en el extranjero, todos eran muy hábiles.
Aunque Adolfo era un guardaespaldas bien entrenado y con buena condición física, no tenía la menor posibilidad contra ese numeroso grupo.
Adolfo fue reducido en poco tiempo.
Le dispararon dos veces, una en el muslo y otra en el brazo izquierdo, y la sangre enseguida salió a borbollones cubriendo el suelo.
El líder le ordenó: —Llévenlo a que lo atiendan, que no se muera.
Unos minu

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