Capítulo 24
Todo el lugar quedó en silencio.
Alicia, de pie en la penumbra, tenía manchas de café en el vestido y el pelo revuelto sobre la frente.
—¿Vienes a interrumpir la boda? —Rosa entornó los ojos.
Alicia la ignoró, avanzó hasta quedar frente a Bruno y se arrodilló.
Su voz, tan ronca que apenas se oía: —Sé que merezco la peor de las condenas, pero te suplico que me mires una vez más...
Los invitados estallaron en murmullos.
La dueña de la familia Pérez, siempre fría y altiva, se arrodillaba en público.
Bruno dio un paso atrás: —Alicia, no hagas esto.
Su voz, más áspera: —He escrito trescientas cartas de amor, desde que nos conocimos hasta el día en que me enamoré de ti y nunca lo quise aceptar.
Temblorosa, abrió la caja: los sobres revolotearon como mariposas.
Pero Bruno no se conmovió, ni siquiera miró, simplemente negó con la cabeza: —Es demasiado tarde.
Cuando el anillo de Rosa finalmente se deslizó en su dedo, Alicia oyó el sonido de su propio corazón haciéndose trizas.
Se besaron bajo l

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