Capítulo 21
Durante los tres días siguientes, José agotó toda la capacidad de romanticismo que había acumulado en su vida.
El primer día, la llevó a la noria más alta de la ciudad.
—Dicen que si una pareja se besa en la cima, estará junta toda la vida. —Comentó él junto a la puerta de la cabina, mirándola con una esperanza temerosa en los ojos.
Rosa se burló: —Entonces deberíamos besarnos cuando esté abajo del todo, así en la próxima vida no volveremos a vernos.
La luz en los ojos de José se apagó, pero aun así forzó una sonrisa: —No importa, solo quería que vieras la ciudad de noche.
Cuando la noria llegó a lo más alto, las luces de toda la ciudad se extendían a sus pies. De repente, José se arrodilló sobre una rodilla y sacó de su bolsillo un anillo de diamantes.
Con la voz ronca, dijo: —Si pudiera volver a empezar...
—No hay si pudiera. —Lo interrumpió Rosa, girando la cara hacia la ventana.
El segundo día, le preparó una mesa entera de comida.
—Recuerdo que te gusta el picante. —Le sirvió una

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