Capítulo 16
—Señor Abelardo, no hemos encontrado ningún rastro de la señora Torres... La señora ha borrado por completo toda su identidad.
—Si yo fuera ella, también me iría lejos y no volvería jamás.
Abelardo arrugó la cara con severidad y dejó escapar una amarga risa de auto-desprecio.
A fin de cuentas, él la trató de ese modo, exigiéndole comprensión y sumisión, esperando siempre que lo entendiera.
Desde que supo que Gloria lo había dejado para siempre, sintió como si le hubieran arrancado un trozo de corazón, sangrante, apenas con fuerzas para seguir latiendo.
—...Continúa —el dolor en el pecho, hace tiempo, se le volvió insensible. Ahora, lo único que podía hacer era intentar encontrarla y suplicarle perdón.
—Todo lo que me pidió investigar ya está resuelto. Todos los vídeos están en este pendrive.
El asistente extendió la mano; en la palma brillaba levemente un pendrive.
Los dedos de Abelardo temblaron al recogerlo, y con suavidad lo conectó a su propio ordenador.
En el fondo, él ya lo prese

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