Capítulo 383
“¡No, no lo haré!” Dylan se debatió furiosamente para liberarse de Carson, y este cayó al suelo con violencia. Enseguida se escuchó el crujido de un hueso al romperse y Carson quedó inmóvil. Un dolor insoportable le recorría el brazo.
RK luchó por ponerse de pie y se lanzó sobre Dylan. Él también resultó herido y la situación se mantenía tensa…
Mientras tanto, Stella extendió la mano para tocar su cabeza. Le dolía mucho…
Se miró los dedos manchados de rojo, después alzó la mirada y supo que RK estaba en peligro, no muy lejos. No soportaría que lo lastimaran, ¡tenía que hacer algo!
Sin pensarlo más, reunió sus fuerzas y luchó para incorporarse.
Recogió el palo y caminó paso a paso hasta ponerse detrás de Dylan. Entonces, ¡lo golpeó tan fuerte como pudo!
Dylan se derrumbó. Stella le sonrió con dificultad a RK y luego perdió el conocimiento. Más tarde solo recordaría haberlo visto parado allí, y el alivio que sintió al saberlo sano y salvo.
Sus sueños eran un caos. Le parecía ver sangre por todos lados y la sonrisa siniestra de Dylan. Corría desesperadamente en la oscuridad, pero no encontraba a RK por ninguna parte.
“RK, ¿dónde estás? ¡RK!, ¡RK!…”, llamaba a gritos, pero él no apareció.
“Está muerto. ¿No te acuerdas? Lo maté anoche”, anunció Dylan, con una risa demente que hacía eco en el aire.
“¡No!, no puede ser. Es imposible. No lo creo… RK, RK…”, siguió gritando ella, hasta que notó el sabor de la sangre en su boca, y las lágrimas nublaron su visión.
¡No, no…!
“¡No!”
Stella abrió los ojos, jadeando. Lo primero que vio fue un techo blanco.
Estaba en el hospital.
“¿Estás despierta?” Sophia estaba encantada de ver que Stella había abierto los ojos por fin.
“RK… ¿Dónde está RK?”, preguntó Stella inmediatamente, luchando por sentarse en la cama.
“Él está bien, no te preocupes. Lo llevaron a cirugía para coser sus heridas. Recuéstate, vamos”. Mientras hablaba, Sophia ayudó lentamente a Stella a reclinarse sobre la almohada.
Después sirvió un vaso con agua y la hizo tomar unos sorbos.
Al cabo de un momento se abrió la puerta. Stella pensó que era RK, pero en vez de eso vio a Carson.
Llevaba el brazo en un cabestrillo y, por alguna razón, a ella le pareció divertido, pero de inmediato notó una rara seriedad en sus ojos.
“¡Stella!, quiero hablar contigo”.
“¡Tranquilízate! No vamos a presentar cargos. Solo asegúrate de que no vuelva a hacer algo así”. Stella sonrió levemente.
“Gracias”.
Era raro escuchar esa palabra viniendo de Carson. Enseguida, Stella cayó en cuenta de que él también se lesionó gravemente.
Pero entonces alguien más intervino: “¿Quién dijo que lo vamos a dejar ir? Si yo no estoy de acuerdo, nadie podrá impedirlo”.
La voz de RK reflejaba toda la rabia que lo embargaba. Le habían puesto dos curitas en la cara, estaba magullado y de paso, cojeaba un poco al caminar, pero eso no afectaba demasiado su apariencia hermosa y su gesto descarado.
“Stella ya lo ha decidido. ¿Qué pretendes hacer?” Carson miró a RK con desdén: “No vuelvas a aparecerte frente a Dylan, de lo contrario quién sabe lo que sería capaz de hacer. Si lo haces, consideraré dejarte en paz”.
“¡Bah!” El rostro de RK también adoptó una expresión desdeñosa: “¡Stella tiene que escucharme! Esto no se va a quedar así solo porque ella tiene un corazón compasivo”.
A la joven le pareció que había una intensidad inusual en esas palabras.
Tan pronto se sintieron recuperados, tomaron el avión de regreso. Stella y RK no habían visto a Adrian en dos días. Carson por su parte, quería enviar a Dylan a casa y buscar a Violet para pedirle consuelo. Sophia también quiso regresar lo antes posible, para hacerle saber a sus padres que estaba a salvo. En fin, ninguno de los implicados tenía la intención de quedarse a disfrutar del paisaje.
Tras bajar del avión, Stella fue a casa para descansar bien y decidió que el conductor se llevara a Adrian a la mansión Kingston.
Ya era tarde en la noche cuando RK llegó a casa. No quiso perturbar a los niños y subió directamente a tomar un baño y dormir.
En comparación, la llegada de Carson a casa fue más animada.
Lo primero que hizo al llegar fue llevar a Dylan a ver a su madre. La señora Vives lanzó una exclamación de alegría y sostuvo a su hijo para revisarlo cuidadosamente. Luego, lo estrechó con fuerza entre sus brazos y se echó a llorar.
El chico, por su parte, también estaba conmovido y lloró con ella.
“Mamá…”
¿Cuánto tiempo hacía que no pronunciaba esa palabra?
Por fortuna, no era demasiado tarde. Todavía tenía la oportunidad de arrepentirse.
Entonces Carson dijo: “Mamá, Dylan… Ustedes dos seguramente tendrán mucho de qué hablar. Yo tengo algo que hacer y necesito salir”.
Después de eso, se marchó apresuradamente.
“¡Carson! ¿Qué pasa contigo? Que yo sepa no tienes novia, ¿por qué tienes tanta prisa?”, preguntó su madre.
La señora Vives no lo sabía, pero para Carson, encontrarse con Violet era equivalente a encontrarse con su novia.
Cuando llegó a la planta baja de la casa de la joven, descubrió que las luces todavía estaban encendidas. Entonces sacó su teléfono de la chaqueta de su traje y la llamó.
Pensó que la chica debía haberlo extrañado, ya que no lo había visto en dos días.
“¡Hola!” Para sorpresa de Carson, aunque era muy tarde en la noche, la voz de Violet todavía estaba llena de entusiasmo y vivacidad.