Capítulo 382
Después de luchar consigo mismo un buen rato, Dylan finalmente enloqueció.
“¡No! ¡Debo seguir mis deseos esta vez! Déjame tomar mis propias decisiones”. En los ojos de Dylan apareció de pronto una mirada sedienta de sangre.
El corazón de RK dio un vuelco y su único pensamiento fue proteger a Stella, que seguía de pie detrás de él.
“RK, haz lo que te digo. ¡Acuéstate en esa tabla!”
“¡Dylan, cálmate, no seas impulsivo!”
RK supo entonces que Dylan no daría marcha atrás. Su única esperanza ahora era Carson.
¡Pero este no llegaba todavía!
“No estoy siendo impulsivo. Haz lo que te digo. ¡Date prisa!”
RK fingió obedecer, esperando que Dylan se descuidara. Había visto un palo de madera que podía servirle como arma. En un abrir y cerrar de ojos lo recogió y se lo arrojó.
Dylan lo esquivó ágilmente y la vara fue a estrellarse contra la pared que estaba detrás. El ruido seco del impacto hizo que la atmósfera se congelara de inmediato.
Aquello lo enfureció, porque estaba seguro de que teniendo a Sophia como rehén, RK no se atrevería a hacer ningún movimiento.
Justo en ese momento, una voz resonó por el lugar: “¡Dylan!”
Era Carson.
“¡Hermano!”, exclamó Dylan, azorado.
“¡Sí, aquí estoy! Y si me respetas como hermano, será mejor que los dejes en paz. ¡Ya no sigas cometiendo más errores!”
Carson siguió hablando sin miramientos: “Papá te está esperando en casa. ¿Vas a decepcionarlo? Siempre fuiste su hijo predilecto”.
“¡No! Me he decidido. ¡No puedes detenerme!”, exclamó el otro con determinación.
“¿Vas a permitir que nuestra madre llore por tu culpa? Te extraña mucho desde que te fuiste, ¡todos los días! Nunca ha dejado de poner un puesto en la mesa para ti. Todavía espera que vuelvas a casa”.
La mención de su madre tuvo el efecto de conmover a Dylan.
“Mamá… ¿Se encuentra bien?”, preguntó con voz ahogada y los ojos húmedos.
“Ella te extraña mucho. ¿No quieres volver a verla? ¿No echas de menos su comida?” Carson sonrió levemente: “Vuelve conmigo. Mamá te está esperando”.
“¡No! No daré marcha atrás. Ya no puedo arrepentirme”, respondió su hermano con tristeza.
“¡Claro que puedes! No se lo diremos a nadie, y los Richard no llamarán a la policía. Si liberas a Sophia, todo estará bien”. RK sintió que lo más importante era que Dylan recuperara la estabilidad emocional.
Sin embargo, una expresión confusa apareció en su rostro: “No, no…”, repetía una y otra vez.
En ese momento, Sophia disimuladamente se soltó de la cuerda que la ataba a la silla en la que había estado. Enseguida se incorporó y con un susurro corrió hacia RK.
Pero Dylan captó el sonido y mientras ella corría, él le arrojó un palo de madera que le atinó por completo y la hizo caer al suelo.
Como un rayo, RK y Carson se abalanzaron sobre él para inmovilizarlo, mientras Stella corría al lado de Sophia para ayudarla a levantarse y sacarla del almacén.
“¡Habitación 2216 del hotel X! Escóndete allí y espera a que regresemos”, urgió Stella.
“¿No vienes conmigo?” El impacto de la vara de madera le causaba a Sophia un agudo dolor en la espalda.
“No, ahora no. Escucha, si no regresamos en media hora, llama a la policía”, respondió Stella, empujándola: “¡Vete!”
Sophia se dio la vuelta tambaleándose mientras se dirigía al hotel. No tardó en llegar y después de entrar en el ascensor, se apoyó contra la pared y jadeó. Tan pronto el aparato se detuvo y abrió sus puertas, salió disparada hasta la habitación que Stella le había indicado y, una vez dentro, se encerró. Solo entonces se dejó caer lentamente en el suelo para calmarse.
Después de un rato, miró su reloj.
Eran poco más de las diez.
Había transcurrido casi una hora, pero estuvo muy cerca de morir en ese almacén.
Se preguntó cómo estarían RK y Stella. Esperaba que hubieran sometido a ese loco y regresaran sanos y salvos.
Solo podía rezar.
Cuando Stella volvió al almacén, Carson y RK ya habían sujetado a Dylan, pero su delgado cuerpo parecía tener una fuerza inimaginable, a tal punto que a ellos les costaba contenerlo. Entonces Stella cogió el palo que RK había lanzado antes y se acercó con precaución.
Justo en ese momento, Dylan consiguió liberarse y salió corriendo. Stella se encontraba en su camino y trató de detenerlo, pero él la hizo a un lado con un fuerte empellón.
Al ver que Dylan había atacado a Stella, RK se apresuró a interponerse.
“¡Oh…!”
Stella lanzó un grito ahogado. Había aterrizado dolorosamente en el suelo.
“RK, ¿por qué estás…?”
Dylan también estaba estupefacto, pero después de eso, los celos volvieron a brillar en sus ojos: “¿Por qué estás tan preocupado por ella? ¿Por qué no te fijas en mí?”
Iba a rematar a Stella con la vara, cuando Carson consiguió aferrarlo por detrás.
“¡Déjala ya! No puedes seguir así. ¡Escúchame, vendrás a casa conmigo!”