Capítulo 14
Le conté el plan a Pablo.
—Bien. Vayas a donde vayas, yo te acompañaré.
Pablo lo dijo así, y no sabía por qué, pero al escuchar su promesa me sentí mucho más tranquila.
Para poder volver cuanto antes a Chicago, aceleré el ritmo para resolver los asuntos de aquí.
Pablo también permaneció siempre a mi lado.
Aquella tarde, por fin terminé de arreglarlo todo y, en ese mismo instante, reservé un billete para el vuelo más próximo.
Cinco horas después, me encontraría en un avión de regreso al país.
Pablo me acompañaría.
Antes de marcharme, fui con él a visitar a mi abuelo materno.
—Lena, ¿ya te vas tan pronto?
El ánimo de mi abuelo estaba mucho mejor que antes; nos tomó de las manos y nos habló largamente, sin parar.
Pero lo que más repetía era que debía cuidarme bien.
Contuve las lágrimas y asentí.
—No te preocupes, abuelo, cuando arregle los asuntos de allá, volveré y pondré toda mi atención aquí, para acompañarte en el tratamiento.
Mi abuelo dio unas palmaditas en mi hombro, riendo alegrem

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