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Capítulo 12

"Señorita Margarita, el jefe quiere verla ahora", indicó el líder de los hombres de negro mientras asomaba la cabeza por la puerta abierta. "Está bien… vámonos", repuse mientras caminaba hacia la puerta. Me habría agradado poder hablar con mi abuela, pero ella todavía estaba dormida. Yo también quería hablar con el jefe. Quizás él ya había renunciado a la boda, tras haber sopesado lo sucedido hoy. … "¿Quieres que haga qué?", dije mientras mis ojos se agrandaban. No podía creer lo que estaba escuchando. "¡Jajaja! No te escandalices. Como dije, quiero que te mudes con Osirio. Es guapo, ¿verdad? Como yo cuando era más joven…", dijo él alegremente mientras bebía vino tinto. "Mmm... su aspecto no es el principal problema aquí...", murmuré. "Harás lo que te ordene; es parte del trato. Te mudarás a vivir con mi hijo durante 30 días. Si transcurrido ese periodo de tiempo ambos deciden que no quieren casarse, los dejaré libres y podrás irte. Sencillo, ¿no?", declaró él, al tiempo que esbozaba una sonrisa de satisfacción. "No puedo… vivir con él…", declaré con firmeza, enfatizando cada sílaba. "Ya lo he preparado todo. No te preocupes, no te estoy obligando a acostarte con él ni nada por el estilo. ¡He preparado una suite penthouse de dos habitaciones en el condominio más prestigioso de la ciudad para ustedes dos; así podrán comenzar de nuevo!", dijo él en tono alegre mientras aplaudía con entusiasmo. Mmm… entonces tendremos dormitorios separados. Será como vivir con un compañero de cuarto masculino. Podría encerrarme en mi habitación durante 30 días seguidos. Para ser honesta, aquella idea no me desagradaba. Muchas personas decidían compartir habitación con personas del sexo opuesto y no surgían desavenencias entre ellos. Además, al parecer Osirio ya tenía novia, así que nuestra convivencia no supondría un problema... "Mmm... ¿hay alguna otra condición?", pregunté con cautela. "Sí. Todos los días, durante los 30 días que vivirán juntos, deberás hacer algo por él o concederle un deseo. Por supuesto, ustedes dos tendrán que escoger entre hacer algo por él o concederle un deseo cada día. Eso es todo", explicó él. ¿Eso era todo? "Cuando dices que debo hacer algo por él… te refieres a cosas cotidianas, ¿verdad?", pregunté, sin dejar de mostrarme cautelosa. "Así es", admitió él. "Puedes simplemente escuchar lo que tenga que decir, cocinar algo para él, darle un masaje, sacar su basura, acompañarlo a caminar… cualquier cosa". "¿Qué sucedería si Osirio hiciese solicitudes irrazonables?", pregunté con escepticismo. "Entonces solo tendrás que rechazarlo y convencerlo de que te permita hacer algo por él", repuso, al tiempo que se encogía de hombros. "Ya veo...", dije suavemente mientras reflexionaba sobre todo aquello. "Bien. ¡Entonces tenemos un trato!", exclamó, emocionado, mientras aplaudía con sus grandes manos. "Espera… no tan rápido", protesté. "Soy mayor de lo que crees, señorita. No pienso sentarme aquí y esperar eternamente. ¡Ahora, vete; hoy te mudarás con Osirio!", declaró él mientras se ponía de pie con aire orgulloso. Parpadeé rápidamente, sorprendida. Este anciano y sus frases “la boda se celebrará mañana” y “deben mudarse juntos hoy”, iban a volverme loca. "Espere… una cosa más. Parece que su hijo ya tiene alguien con quien quiere casarse. Creo que… su nombre es Elena…", señalé con curiosidad mientras me mordía el labio inferior. Si Osirio simplemente se casara con ella, entonces yo no tendría que hacerlo. "Elena no se casará con Osirio… no puede hacerlo", respondió el jefe desapasionadamente mientras su semblante se ensombrecía. ¿A qué venían aquellas palabras? Antes de que tuviera tiempo de hacerle más preguntas, dos hombres vestidos de negro entraron en la habitación y me escoltaron fuera de la misma.. 30 dias. Sólo necesitaba aguantar durante un mes... y luego recuperaría mi vida normal. Osirio ya tenía un amor, así que nunca se enamoraría de mí. Ambos podríamos desistir del matrimonio al cabo de 30 días y, en tal caso, el jefe no tendría más remedio que cumplir su palabra. Además, si yo podía convencer a Osirio de que se hiciera cargo de aquel clan mafioso, entonces quizás podría irme más pronto... … ¡Oh, vaya! Sabía que el ático era suntuoso, pero no esperaba encontrarme con aquel derroche de lujo. Este ático estaba situado en el piso más alto y, desde allí, yo podía contemplar la ciudad sin que ningún obstáculo se interpusiera en mi campo visual. Además, era extremadamente espacioso y su diseño interior era una verdadera obra de arte. Los hombres de negro me dejaron y me llevaron a esa suite del ático. Luego, se marcharon. Sin embargo, yo no estaba sola en el ático. Una tía sonriente, de pelo gris y cara muy redonda, me saludó con entusiasmo mientras se presentaba. "¡Bienvenida, querida! Mi nombre es Laura y soy su ama de llaves. Bueno, ese es mi título formal, pero, en realidad, soy más bien la niñera del amo Osirio... su cuidadora... o como quieras llamarlo. Por favor, llámame tía", dijo feliz y orgullosa. "Ya veo. Encantado de conocerte… tía. Mi nombre es Margarita”, respondí, al tiempo que esbozaba una sonrisa cortés. "¡Es un placer tener finalmente la oportunidad de conocerte! Déjame mostrarte este lugar. Todas tus cosas han sido enviadas aquí y ya las he colocado en tu habitación, que, por cierto, está allí. Esta es la habitación de Osirio. Esta es la sala…el comedor…la sala de teatro…el gimnasio…la piscina está afuera…la cocina es para tu uso personal. El personal tiene otro conjunto de cocinas para cocinar platillos más complicados…", dijo la tía mientras me mostraba el lugar. La seguí, obedientemente, mientras me llevaba a ver todas las habitaciones de la suite del ático. Yo sabía que aquel lugar era enorme, pero no esperaba que contara con tantas instalaciones, la mayoría de las cuales yo probablemente no usaría nunca, como el gimnasio y la piscina, aunque siempre existía la posibilidad... Después del recorrido a pie por la suite, la tía me llevó de regreso al comedor y me indicó que tomara asiento. Mientras caminábamos juntas, alguien debió haber puesto la mesa del comedor y servido la cena. Había comida abundante en la mesa; todos los platos se veían muy apetitosos. Además, había velas sobre la mesa. ¿Acaso una cena a la luz de las velas en nuestro primer día allí no era un acto demasiado precipitado? Estuve a punto de prorrumpir en carcajadas ante aquel montaje. "Tome asiento, señorita Margarita. Estoy segura de que el amo Osirio llegará pronto", dijo la tía para tranquilizarme, como si yo aguardase su llegada con ansiedad. Estaba a punto de abrir la boca para decirle que no me importaba que él no apareciera, cuando la puerta de la suite se abrió con un fuerte golpe. "Alguien deberá comprobar si hay grietas en la pared más tarde esta noche", pensé. "¡Amo Osirio!", exclamó la tía mientras se aproximaba a él para saludarlo. Hice mi mejor esfuerzo para mantener mi rostro impasible mientras miraba fijamente al asiento, todavía vacío, que estaba frente al que yo ocupaba en la mesa del comedor. Al cabo de unos pocos minutos, sin dirigirnos la palabra a mi tía ni a mí, Osirio entró en mi campo visual y advertí que se dejaba caer en la silla que estaba frente a la mía. Llevaba una chaqueta de cuero negra encima de una camiseta blanca, y un par de pantalones vaqueros negros. Su cabello, de color rubio claro, brillaba a la luz de las velas, mientras sus brillantes ojos azules escudriñaban mi rostro. Sin saber qué otra cosa hacer, me limité a devolver la mirada que me lanzaban sus cautivadores ojos azules. --Continuará…

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