Capítulo 18
—¡Manuel!
Golpeó la mesa de repente y se levantó; su figura aún emanaba una presión imponente.
—¡No uses esas ridículas emociones tuyas para cuestionarme! ¡Esa madre tuya no es más que una zorra desvergonzada y sin pudor!
—¡Cállate!
Manuel lo interrumpió con voz cortante; las venas de su frente se marcaron y el dolor apenas le permitió mantener el último hilo de cordura.
—Ella se equivocó, te traicionó, pero tú, ¿acaso eres inocente?
—¿Cómo la trataste todos estos años?
—Frialdad y manipulación; la usaste como herramienta para mantener la relación con la familia López. ¿Le diste alguna vez un poco de calidez o respeto?
—Aunque ella te haya sido infiel, aunque su pecado fuera imperdonable, había mil formas de resolverlo: divorciarte, vengarte, destruir su reputación, ¿no era suficiente alguna de ellas?
La voz de Manuel temblaba de emoción; sus ojos se le llenaban de venas rojas.
—Pero tú elegiste la más sucia, la más venenosa. ¡Eso fueron tres vidas humanas!
—¡Eran los padres de Sara! ¿

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