Capítulo 98
En poco tiempo, los tres llegaron al castillo, donde Margaret esperaba ansiosa la llegada del niño.
Le había preparado unos platillos deliciosos y le tenía muchísimos juguetes para recibirlo.
Apenas el carro entró a la residencia, Vivianna se percató de la emoción contagiosa de su hijo, y entonces le abrió la puerta sonriente. Zeph salió del auto inmediatamente y corrió hacia el castillo. La joven bajó detrás del pequeño y vio que Augustine la estaba mirando con cierto brillo en los ojos.
"¿Qué pasa, tengo algo en la cara?", preguntó ella, pues fue lo primero que le vino a la mente.
Augustine asintió solemnemente y le dijo: "Sí, pero ya te lo quito. No te muevas".
Augustine se acercó viéndola fijamente con sus ojos oscuros y ella se puso un poco nerviosa. ¿Qué cosa tendría en la cara? ¿Acaso sería algo desagradable?
En realidad, no tenía nada en el rostro, pues su tez era brillante, impecable y hermosa como una perla. Sencillamente, Augustine se había conmovido con el gesto generoso y

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